Entre "arròs i fesols" y caldo de algas con daikon: como nació mi pasión por la nutrición

Desde pequeña, crecí en una familia donde los suplementos y los remedios naturales formaban parte de nuestro día a día. Mi madre abrió un herbolario cuando yo tenía tan solo tres años, y desde que tengo uso de razón, sus productos han estado en nuestra despensa. Crecí en un entorno donde la nutrición era mucho más que comida; era nuestra medicina.

Nací y me crié en Altea, un precioso pueblo mediterráneo donde la dieta mediterránea no es una moda, sino un estilo de vida arraigado en nuestra cultura. Mi alimentación siempre ha estado basada en ingredientes frescos y de cercanía: frutas, verduras, legumbres, arroces, carnes magras, pescados y mariscos de calidad, y, por supuesto, el oro líquido de nuestra tierra, el aceite de oliva virgen extra. Recuerdo con cariño cómo mi abuela nos preparaba platos tradicionales llenos de sabor y nutrientes, como el "puchero", rico en colágeno, la "paella" repleta de verduras o el "arròs amb fesols", un guiso reconfortante hecho con alubias, verduras y carnes de pasto.

Además, mi madre dedicaba los fines de semana a formarse y realizar cursos, y muy pronto descubrió la cocina macrobiótica. Fue entonces cuando en casa incorporamos los caldos de algas con daikon, miso o tamari por las noches antes de la cena. Crecer con esta alimentación tan rica, variada y equilibrada despertó en mí una curiosidad insaciable por la nutrición y la salud, llevándome a profundizar en cómo lo que comemos influye en nuestro bienestar y en cómo podemos utilizar la alimentación como nuestra mejor aliada.